Y cuando llegó la 896ª noche
Ella dijo:
"... Esas son puertas que no tienes tiempo de abrir. ¡Parte para Damasco, pues tal es para ti el decreto del Destino!" Y añadió: "Respecto a lo que pueda sobrevenir después de tu marcha, Alah proveerá".
Por consiguiente, Giafar el visir inclinó el oído a las palabras de su padre, y sin dilación ni tardanza, tomó consigo un saco que contenía mil dinares, se ciñó su cinturón y su espada, se despidió de su padre y de su hermano, montó en una mula, y sin hacerse acompañar por su esclavo ni por un servidor, se puso en camino para Damasco. Y viajó en línea recta a través del desierto, y no cesó de viajar hasta el décimo día, en que llegó a la llanura verde, El Marj, que está a la entrada de Damasco la regocijante.
Y vio el hermoso minarete de la Desposada, que emergía del verdor que lo circundaba, y estaba cubierto desde la base hasta lo más alto de tejas doradas; y los jardines regados por aguas corrientes, donde vivían los macizos de flores; y los campos de mirtos, y los montes de violetas, y los campos de laureles rosas. Y se detuvo a mirar toda aquella hermosura, escuchando a los pájaros cantores en los árboles. Y vio que era una ciudad cuyo igual no se había creado en la superficie de la tierra. Y miró a la derecha, y miró a la izquierda, y acabó por divisar a un hombre. Y se acercó a él y le dijo: "¡Oh hermano mío! ¿cuál es el nombre de esta ciudad?" Y el aludido contestó: "¡Oh mi señor! esta ciudad en los tiempos antiguos se llamaba Julag, y de ella es de quien habla el poeta en estos versos:
-
- ¡Me llamo Julag, y cautivo los corazones! ¡Por mí corren hermosas aguas, por mí y fuera de mí!
-
- Jardín de Edén en la tierra y patria de todos los esplendores, ¡oh Damasco!
-
- ¡No olvidaré nunca tus bellezas, ni nada me gustará tanto como tú! ¡Y benditas sean tus terrazas y cuantas maravillas vivientes brillan en tus terrazas!
Y Giafar experimentó un vivo placer en oír estas explicaciones. Y dió gracias al hombre, y se apeó de su mula, y la cogió de la brida para aventurarse con ella entre las casas y las mezquitas. Y se paseó lentamente, examinando una tras de otra las hermosas casas delante de las cuales paseaba. Y mirando así, divisó, al fondo de una calle bien barrida y regada, una casa magnífica en medio de un gran jardín. Y en el jardín vio una tienda de seda labrada, tapizada con hermosos tapices del Khorassán y ricas telas, y bien provista de cojines de seda, de sillas y de lechos para reposo. Y en medio de la tienda estaba sentado un joven como la luna cuando sale en su decimocuarto día. Y aparecía negligentemente vestido, sin llevar a la cabeza más que un pañuelo, y en el cuerpo más que una túnica de color de rosa. Y ante él había un grupo de personas atentas, y bebidas de todas las especies finas. Y Giafar se detuvo un momento a contemplar la escena, y quedó muy contento de lo que veía en aquel joven. Y al mirar más atentamente, divisó al lado del joven a una muchacha joven como el sol en un cielo sereno. Y tenía un laúd al pecho, como un niño en los brazos de su madre. Y lo tañía, cantando estos versos:
-
- ¡Pobres de los que tienen su corazón entre las manos de sus amados; porque, si quieren recuperarlo, lo encontrarán muerto!
-
- ¡Lo confiaron en manos de sus amados cuando lo sentían enamorado; y se vieron obligados a abandonarlos!
-
- ¡Pequeño, lo arrancan del fondo de sus entrañas! ¡Oh pájaro! repite: "¡Lo arrancaron pequeño!"
-
- ¡Lo mataron injustamente; el bienamado coquetea con su humilde enamorado!
-
- ¡Yo soy quien busca los efectos del amor, yo soy el amor, el hermano del amor y suspiro!
-
- ¡Ved al que el amor ha envejecido! ¡Aunque su corazón no haya cambiado, lo enterraron!
-
- ¡Poseído por tales sentimientos, estás enamorado! ¡No hay de qué asombrarse, pues, si te amo yo!
-
- ¡Levanto hacia ti mi mano, pidiendo gracia y piedad para mi humildad! ¡Ojalá te muestres caritativo!
-
- ¡He pasado mi vida solicitando tu consentimiento; pero nunca tuve dentro de mí la sensación de que fueras caritativo!
-
- ¡Y a causa de la toma de posesión del amor, me he convertido en un esclavo, y tengo envenenado el corazón, y corren mis lágrimas!
-
- ¡Bien venido seas, ¡oh visitante! ¡Nos alegras con tu presencia y nos haces revivir con esta unión!
-
- ¡Por tu rostro juro que vivo cuando apareces y muero cuando desapareces!
-
- ¡Si de antemano hubiéramos estado prevenidos de tu llegada, a tus pies hubiéramos extendido por alfombra la pura sangre de nuestros corazones y el terciopelo negro de nuestros ojos!
-
- ¡Porque tu sitio está por encima de nuestros párpados!
-
- ¡Se trata de un visitante cuya llegada ha sido respetada por todos, más dulce que el ingenio y la esperanza de consumo!
-
- ¡Esparce ante el alba las tinieblas de sus cabellos, y el alba no aparece por vergüenza!
-
- ¡Y cuando mi destino quiso matarme, le pedí protección; y su llegada hizo revivir un alma a quien reclamaba la muerte!
-
- ¡Me he tornado en esclava del Príncipe de los Enamorados, y mi sino se reduce ya a estar bajo la dominación del amor!
-
- ¡No te asustes ni te aflijas por las cosas que deben suceder, sino, antes bien, levanta la copa de este vino, veneno que ahuyenta las preocupaciones y los fastidios!
-
- ¿No ves cómo unas manos pintaron hermosas flores en los ropajes de la bebida?
-
- ¡El fruto de la rama de vid, los lirios y los narcisos, y la violeta y la flor rayada de Nemán!
-
- ¡Si te asalta el fastidio, mécele para que se adormezca entre licores, flores y favoritas!
En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario