Y cuando llegó la 666ª noche
Ella dijo:
"... porque les sorprendió la muerte y puso término a sus tormentos cuando se hubieron cavado por sí mismo sus tumbas en el monasterio. ¡He aquí lo referente a los cuarenta monjes y a su patriarca!
En cuanto a la caravana, la vigilancia de Alah le escribió la seguridad, y tras de un viaje sin contratiempos, llegó al país natal con buena salud. Y ayudada por sus acompañantes, Zein Al-Mawassif descendió de su litera y echó pie a tierra en su jardín. Y entró en la morada, e hizo al punto prepararlo todo, y perfumar el lecho con ámbar precioso, antes de enviar a Hubub para que avisara su regreso a su bienamado Anís.
Y he aquí que en aquel momento Anís, que continuaba pasándose días y noches bañado en lágrimas, estaba echado, somnoliento, en su cama, y tenía un sueño en el que veía distintamente a su bienamada de regreso. Y como tenía fe en los sueños, se levantó muy emocionado, y al punto se encaminó a la casa de Zein Al-Mawassif para cerciorarse si era verdad el sueño. Y franqueó la puerta del jardín. Y enseguida aspiró en el aire el perfume de ámbar y almizcle de su bienamada. Y voló a la vivienda y entró en la habitación donde esperaba su llegada Zein Al-Mawassif, dispuesta ya. Y cayeron uno en brazos de otro, y permanecieron mucho tiempo enlazados, prodigándose muestras apasionadas de su amor. Y para no desmayarse de alegría y de emoción bebieron en un jarro lleno de una bebida refrescante que tenía azúcar, limones y agua de flores. Tras de lo cual se expansionaron mutuamente, contándose cuanto les había sucedido durante su ausencia; y no se interrumpían más que para acariciarse y besarse tiernamente. Y sólo Alah sabe el número y la intensidad de las pruebas de amor de aquella noche. Y al día siguiente enviaron a la joven Hubub en busca del kadí y de los testigos, quienes acto seguido extendieron su contrato de matrimonio. ¡Y vivieron todos una vida dichosa hasta la llegada de la Segadora de jóvenes y jovenzuelas! ¡Pero gloria y loor a Quien con Su Justicia distribuye belleza y placeres! ¡Y sean la plegaria y la paz para el Señor de los Enviados, Mohamed, que ha reservado el paraíso a sus creyentes!
Cuando Schehrazada hubo contado así esta historia, exclamó la pequeña Doniazada: "¡Oh hermana mía! ¡cuánto sabor, cuántas delicias, cuánta pureza y cuánta excelencia hay en tus palabras!" Y Schehrazada dijo: "¿Pues qué será todo eso comparado con lo que todavía tengo que contar del Joven Holgazán, si es que antes quiere permitírmelo el rey?" Y el rey Schahriar dijo: "¡Claro, Schehrazada, que quiero permitírtelo esta noche aun, porque me han satisfecho tus palabras, y no conozco la HISTORIA DEL JOVEN HOLGAZÁN!"
Y dijo Schehrazada:
HISTORIA DEL JOVEN HOLGAZAN
Se cuenta -entre muchas cosas- que un día, estando sentado en su trono el califa Harún Al-Raschid, entró un pequeño eunuco que llevaba en las manos una corona de oro rojo incrustada de perlas, de rubíes y de todas las especies más inestimables de gemas y pedrerías. Y aquel eunuco niño besó la tierra entre las manos del califa, y dijo: "¡Oh Emir de los Creyentes! nuestra ama Sett Zobeida me envía a transmitirte sus zalemas y sus homenajes y a decirte, al propio tiempo, que a esta maravillosa corona que aquí ves, y que ya conoces, le falta todavía en su remate una gema grande, y no se ha podido encontrar una lo bastante hermosa para que ocupe este sitio vacío. ¡Y ha mandado hacer pesquisas por todas partes en casa de los mercaderes, y ha revuelto sus propios tesoros; pero hasta el presente no pudo aún encontrar la piedra digna de rematar esta corona! Por eso anhela que por tu cuenta mandes hacer pesquisas a tal fin para satisfacer su deseo".Entonces el califa se encaró con sus visires, emires, chambelanes y lugartenientes, y les dijo: "¡Buscad todos una gema tan grande y tan hermosa como la que desea Sett Zobeida!"
Y he aquí que todos buscaron una gema así en las pedrerías de sus esposas pero no encontraron nada que se amoldase a lo que anhelaba Sett Zobeida. Y dieron cuenta al califa de la inutilidad de sus investigaciones. Y al califa se le oprimió mucho el pecho al saber tal noticia, y les dijo: "¿Cómo, siendo yo califa y rey de reyes, va a serme imposible poseer cosa tan miserable como una piedra? ¡Maldición sobre vuestras cabezas! ¡Id a investigar en casa de los mercaderes!" E hicieron pesquisas en casa de todos los mercaderes, los cuales contestaron unánimes: "¡No busquéis más! ¡Nuestro señor el califa sólo podrá encontrar esa gema en casa de un joven de Bassra que se llama Abu-Mohammad-Huesos-Blandos!" Y fueron a dar cuenta al califa de lo que habían hecho y sabido, diciéndole: "¡Nuestro señor el califa sólo podrá encontrar esa gema en casa de un joven de Bassra, que se llama Abu- Mohammad-Huesos-Blandos!"
Entonces el califa ordenó a su visir Giafar que mandara avisar al emir de Bassra, a fin de que inmediatamente se pusiera en busca de aquel Abu-Mohammad-Huesos-Blandos para conducirle con toda urgencia a Bagdad, entre sus manos...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
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